En términos de agricultura y biotecnología, ¿qué es más importante: el presente o el futuro?
Para los productores agrícolas tradicionales es más importante el presente, para los “open mind”, el futuro. Sin embargo, ambos tiempos son importantes, porque el futuro depende, en gran medida, de las decisiones del presente. De hecho, los campesinos dicen que el presente define el futuro.
Debates sobre el uso de semillas transgénica
Recientemente, el Cluster de Invernaderos, el Instituto de Capacitación de Invernaderos (ICI) y Caribbean Organic (Clusinver) convocaron a un taller que denominaron el “Inicio de la lucha biológica” e impedir el uso de semillas transgénicas en invernaderos. También se discutiría la introducción del abejorro al país, sin embargo, el tema de la introducción de las semillas transgénicas desató las pasiones y agotó todo el tiempo
.
El 20 de diciembre de 2011, en la sede de la Junta Agroempresarial Dominicana (JAD) se informó de un acuerdo con la empresa The Riuters Seed, que con la presencia de dos funcionarios validó el Ministerio de Agricultura, para la introducción de semillas híbridas al país. La productora de Organismos Genéticamente Modificados (OGM) le daría asistencia a The Riuters Seed como parte de este acuerdo.
La Asociación Médica Dominicana (AMD) y el Colegio Médico Veterinario fueron los grandes ausentes en el taller. Los puntos de vista fueron tan variados como interesantes, como veremos a continuación.
“El que depende de tecnología ajena, come cuando el otro quiera y lo que el otro quiera”, y no hay soberanía alimentaria”, advirtió Luis Cabrera, dirigente de la Articulación Nacional Campesina.
En el debate se resaltó que existe consenso entre todos los sectores para que se apruebe el anteproyecto de ley de Bioseguridad que cursa en el Congreso.
“Es lamentable que los estudios sobre los efectos de los transgénicos puedan tardar hasta veinte años, porque hemos comido muchos alimentos transgénicos y no sabemos el efecto de esto a largo plazo”, explica Fátima Portorreal.
Advirtió que no hay investigaciones y las estadísticas sobre cáncer y alergias no existen. “Nos pasará como los estudios del tabaco, después que se demostró que da cáncer de pulmón se realizó la prevención, ya cuando muchos a causa del tabaco murieron”, expresó la antropóloga y ecologista Portorreal.
Un técnico que defiende los transgénicos
En el salón Los Frutales del Centro para el Desarrollo Agropecuario y Forestal (Cedaf) asistieron para esta discusión: científicos/as, un diputado, técnicos, agrónomos y campesinos. Las posiciones respecto a los transgénicos van desde las conservadoras, pasando por las ambiguas, hasta llegar a al rechazo rotundo a ese tipo de biotecnología.
Entre las posiciones conservadoras se pueden ubicar la de Manuel González, genetista, ex ejecutivo de Bayer (multinacional que trabaja con transgéncios) y actual asesor técnico del Ministerio de Agricultura, para quien existen diferencias entre las semillas híbridas (mejoramiento de una semilla a partir de dos semillas diferentes –padre y madre- para obtener características especiales) y las transgénicas. El especialista afirma que las híbridas tiene unas características especiales que no son transmisibles a otra generación), lo que las diferencia de las transgénicas (semillas genéticamente modificadas con genes de semillas diferentes y químicos, entre éstos pesticidas).
González sostiene que los transgénicos son inocuos, y su postura es radical con respecto a la biotecnología moderna y los beneficios que ésta puede ofrecer.
Se muestra de acuerdo con se ponga en práctica el etiquetado en República Dominicana, para que la gente sepa qué está consumiendo. Para él los transgénicos no son el único peligro en la actualidad para el medio ambiente y la salud de los dominicanos.
Propone un debate sólo entre especialistas y recibe el rechazo
El diputado y presidente de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados, José Jáquez, sostiene que discusiones como la introducción de transgénicos al país deben darse entre un grupo selecto de personalidades, es decir, con técnicos y tomadores de decisiones y no por los grupos de la sociedad civil. Para él, lo prioritario es la conversión en ley el proyecto de ley de bioseguridad, para que el país cuente con un marco legal sobre este polémico tema.
Este comentario generó una intensa discusión, pues para la mayoría de los presentes el tema de los transgénicos debe ser ampliamente discutido y entre todos los sectores. “Este no es un problema científico, sino de gente que come”, le respondió Silvio Minier, de Oxfam.
“Esta es una cuestión de gente que consume, si usted se quiere morir, muérase, pero muérase informado”, dijo Minier, quien consideró una falta de respeto el punto de vista del diputado José Jáquez, de abogar por una discusión “a puertas cerradas”, en la que no podrían participar dominicanos como sus padres, porque no fueron a la universidad. Igualmente advirtió, que el tema de los transgénicos forma parte de las políticas públicas. Porque la alimentación es política.
Ni blanco ni negro, sino todo lo contrario
En el medio se encontraba el director del Instituto Dominicano de Investigaciones Agroforestales (IDIAF), Rafael Pérez Duvergé, jugando el papel de malabarista, Por sus palabras, esa institución no está ni en contra ni a favor de la introducción de semillas transgénicas.
“Hay que tener cuidado, pero se debe tener en cuenta la biotecnología que ayude a desarrollar al sector agrícola… muchos eventos biotecnológicos tienen que ser evaluados antes de tener una posición de rechazo”, dijo.
De inmediato, Fátima Portorreal le respondió argumentando que está de acuerdo con la biotecnología, pero no con la de los organismos vivos modificados, porque una cosa es crear medicina como la Insulina y aplicarse en ayuda médica, trabajar en laboratorios cerrados, y otra muy distinta es crear semillas con organismos vivos modificados y expandirlas en el ambiente, porque esto daña los ecosistemas, las hierbas, los insectos, los suelos, la especies cercanas, ríos y afluentes.
De igual manera, precisó, otra cosa es darles las semillas a comer a las personas sin los estudios de riesgo que todo proyecto científico requiere que se haga.
Estas posturas se dieron luego de que la técnico de la Articulación Nacional Campesina, la antropóloga y ambientalista, Fátima Portorreal Liriano, denunciara que esa organización ha estado recibiendo amenazas de sectores económicos importantes, luego que lograra que el Ministerio de Agricultura asumiera su responsabilidad e hiciera valer el Principio de Precaución consignado en el protocolo de Cartagena y la Ley de Medio Ambiente.
Esa entidad exigió certificación para no introducir semillas transgénicas, y los barcos estuvieron atracados sin descargar todo un día, en especial los de materias primas.
Portorreal dijo que luego se llegó a un acuerdo, y los alimentos transgénicos para animales se seguirán introduciendo al país, pues la restricción sólo se aplicará a las semillas destinadas a las siembras.
Se confirmó que el trigo, maíz y soya que se usa como materia prima para alimentar animales de crianza, como los pollos de granja, desde hace mucho tiempo consume transgénicos y esto no se había informado a la población, según Portorreal.
Estos sectores poderosos les habrían advertido a miembros de la organización campesina que debieron limitarse a pedir la prohibición de introducción de semillas transgénicas y no tocar el tema de la importación de productos transgénicos para la alimentación animal.
La Articulación Nacional expresó que es su deber informar a la ciudadanía sobre lo que se come y que no hay necesidad de importar tales productos si la política pública del Estado dominicano diera las condiciones de tierra, e insumos para sembrar la tierra. Los campesinos y campesinas no piden empleo crean empleos por sí mismo, más las importaciones de alimentos venenos como es la materia prima basada en transgénicos no. Las importaciones de alimentos que se pueden producir en el país es un derecho. La política de agropecuaria del gobierno ha destruido las bases de la alimentación de los dominicanos.
Todos los presentes se sorprendieron, pero los únicos que rechazaron la información fueron los que se encontraban en la mesa principal, hasta el punto de llamar a los productores de pollo para verificar si era cierto que tenían barcos parados cargados de alimentos para pollo sin poder descargar, porque Agricultura no les daba la autorización. Los productores de pollo negaron la especie, sin embargo, Acento.com.do obtuvo la información de que el 16 de enero habían tres barcos parados en alta mar y que los propietarios de las importadores estaban perdiendo 90 mil dólares por cada día sin descargar.
Aunque la especie fue negada desde la mesa principal, del lado izquierdo Pedro Trinidad Ledesma, de Petrilesa, una compañía de consultoría y corretaje bursátil, secreteaba:
“Es cierto, están trayendo maíz transgénico para los pollos, imagínate (mostraba un periódico reciente en el que se daba cuenta que en RD se consumen 14 millones de pollos al mes) cuánto traen si cada uno consume 4 ½ libras de alimento”.
La explicación técnica es la siguiente: Si fuese maíz normal, no transgénico, cada pollo requeriría 8 libras de maíz durante su crianza y más tiempo en la granja. El alimento transgénico ayuda a los grandes productores a obtener beneficios en menor tiempo. De paso, los importadores de estos alimentos para animales son grandes beneficiarios, y no las procesadoras dominicanas de esta materia prima.
Durante el debate, los sectores más conservadores y los pro transgénicos insistieron en que se trata de renglones sensibles de la economía, y que se debía de tener cuidado. A estas preocupaciones les respondieron quienes rechazan los transgénicos que más importante es cuidar la salud de la población dominicana.
Asimismo, se reiteró que quien quiera morirse comiendo transgénicos, que se muera, pero que sepa que está consumiendo transgénicos, y no que se estén comercializando productos transgénicos en el país (maíz Bt, aceite, avena, harina de trigo, corn flakes, lechoza hawaiana) sin que el consumidor no lo sepa y no tenga alternativa, es decir, que los productos a base de transgénicos no estén etiquetados.
En estos momentos reaccionaron sorprendidos los funcionarios que representaban a Proconsumidor, al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
“Esa es otra discusión”, insistía José Miguel de Peña, presidente del Clúster de Invernaderos, a quien el tema se le salió de las manos. Reiteró que se trata de un tema muy amplio.
Del lado radical se encuentran los agricultores tradicionales y los ambientalistas. La Articulación Nacional Campesina defiende el derecho de los campesinos a seguir cultivando sus semillas originarias, a seguir en el cultivo tradicional, orgánico o con pesticidas controlados, pero sin ataduras a multinacionales ni que les patenticen las semillas.
“Esto hace que un país pierda el control de su producción. Imaginen ustedes que una compañía multinacional como Monsanto u otra patenticen el mango banilejo, tendríamos que pagarle a esta compañía por tener cada mata de mago en nuestras casas y eso es lo que pasa, cuando toman nuestras semillas y productos agrícolas”, advirtieron los campesinos.
“El que depende de tecnología ajena, come cuando el otro quiera y lo que el otro quiera”, terminó diciendo en su intervención Luis Cabrera, dirigente de la Articulación Nacional Campesina sin dejar de lado la aplicación del Principio de Precaución.
Mayor precaución
Mientras que Benita García, de la Fundación Agricultura y Medio Ambiente, hizo una reflexión: “República Dominicana es un país con características muy especiales y la isla de Santo Domingo está en segundo lugar en biodiversidad en las Antillas, un territorio de 48 mil kilómetros cuadrados, no podemos competir a nivel de volumen, la oportunidad para competir es en la producción orgánica, el desarrollo de un mercado especial”.
Andrés Peralta, presidente del Clúster de Invernaderos Orgánicos, le dio un espaldarazo a estas posturas de protección y precaución, pues a su juicio las instituciones que no se comunican para proteger al ciudadano y consumidor.
En el taller, el Ministerio de Medio Ambiente estuvo representado por José Manuel Mateo y Marina Hernández, esta última encargada de Recursos Genéticos. Ella recordó que el anteproyecto de ley de Bioseguridad es un proyecto multisectorial al que el Ministerio Ambiente le ha estado dando seguimiento en el Senado y que cualquier modificación, como se insinuó en la actividad, debe ser canalizada a través de ese ministerio.
Explicó que, a pesar de que este proyecto no se ha aprobado, para protegerse de semillas transgénicas el país cuenta con legislaciones como la de Medio Ambiente (164-00) y el Protocolo de Cartagena.
Y recordó que en el proyecto de ley están contenidas muchas de las preocupaciones que se externaron en el debate, como el etiquetado, el impacto ambiental, el centro de información, entre otros tópicos.
Fátima Portorreal le recordó que también está contenida la prohibición de alimentos transgénicos para consumo animal, pero que se está violando y con anuencia del Ministerio de Agricultura.
José Manuel Mateo informó que ese ministerio no recibe las notificaciones de importaciones de semillas ni productos transgénicos, por lo que solicitó a Proconsumir, representado por Alfonsina Cuesta, notificarle cuando en el mercado se estén comercializando productos con este tipo de biotecnología.
Cuesta no fue invitada a la actividad, pero asistió porque se enteró y le interesó el tema. Dijo que desde el 2000 Proconsumidor ha estado denunciando la comercialización de productos elaborados con materias primas transgénicas, pero que nadie le había puesto atención al tema hasta este momento.
Reducir el tema a un pleito entre la UE y EE.UU.
Genaro Reynoso, médico, biólogo molecular y asesor del IDIAF, recordó que la insulina también es un transgénico y, sin embargo, ha servido grandemente a la humanidad, por lo que pidió no satanizar a los organismos genéticamente modificados.
Por otro lado, remitió al tema del comercio internacional y de la competencia comercial. En el caso de la Unión Europea, se resiste a permitir la entrada de transgénicos a su territorio. Reynoso dijo que esto es un pleito entre la Unión Europea y Estados Unidos por asunto de mercado, porque los europeos temen a que Estados Unidos les invada el mercado, y se escudan tras los transgénicos.
A lo que respondió Fátima Portorreal, que no se reduzca el problema, que hay consumidores conscientes y que la gente protege su medioambiente. Dijo que eso es lo que están demandando los europeos, porque ellos también tienen empresas transgénicas y las están desarrollando con pleitos con los consumidores y ambientalistas.
Sobre la referencia a la insulina, dijo que es un medicamento que lo usan los diabéticos, y el hecho de que un diabético se inyecte insulina no genera daño ni a sus familiares ni amigos y no daña el ambiente. Por el contrario, los expertos advierten que la siembra de transgénicos en el país contaminaría los campos dominicanos con unos gentes patentizados por Monsanto, por los cuales hay que pagarle aunque el agricultor no haya sembrado sus semillas, sólo porque el viento haya llevado las semillas transgénicas hasta allí.
En el caso de los mercados, además de la Unión Europea, China se opone a la entrada de transgénicos a su territorio. Recientemente Perú, en Suramérica, aprobó una moratoria de diez años para la introducción de transgénicos, acogiéndose así al Principio de Precaución.
Fuente: Acento 23/01/12
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